En el mes de julio tuve la oportunidad de visitar la ciudad de Nueva Orleans (La Nouvelle-Orléans en francés, New Orleans en inglés), la cual es la ciudad más grande del estado de Luisiana, en los Estados Unidos, así como el principal puerto del río Misisipi.
En el año 2000, su población era de 484.674 habitantes. Tras ser parcialmente destruida por el huracán Katrina en 2005, la población disminuyó considerablemente por evacuación o defunción y en 2006 la población era aproximadamente la mitad, entre 192.000 y 230.000 habitantes.
Nueva Orleans es una ciudad multicultural del sur de los Estados Unidos (con especial influencia africana, latina, española, francesa), muy conocida por sus festivales, su música y su cocina.
Eventos como el Mardi Gras, Jazz Fest y el Sugar Bowl (tazón del azúcar) mantienen a la ciudad como un destino turístico constante.
En Nueva Orleans nacieron el gran trompetista Louis Armstrong, los hermanos Marsalis y Harry Connick, Jr.. También es la cuna de los escritores Tennesse Williams y John Kennedy Toole.
A finales de agosto de 2005, el huracán Katrina, de categoría 5, hizo impacto en las costas de Luisiana, arrasando la parte este de la ciudad. Los fuertes vientos dañaron la infraestructura de la ciudad y produjeron una devastadora inundación. Una gran sección de los diques —pobremente construidos— que separan a la ciudad del lago Pontchartrain cedió ante el embate de los vientos y, como consecuencia, se produjo un colosal vertido de aguas del lago en la ciudad. Como resultado, Nueva Orleans quedó sumergida prácticamente en su totalidad.
El 30 de agosto, Kathleen Blanco (gobernadora de Luisiana) ordenó la evacuación total de la ciudad, y la alcaldía estimó que harían falta por lo menos 12 semanas para hacerla nuevamente habitable. La catástrofe afectó especialmente al pueblo afro-americano, que habitaba en las zonas más humildes y también más vulnerables, así como a los numerosos centroamericanos, en especial de origen hondureño (en el estado de Luisiana).
En los días siguientes la ciudad fue presa del caos. Sin servicios públicos y con agobiantes temperaturas de hasta 35 grados centígrados, la gente empezó a saquear los almacenes en busca de comida y de agua, pero también de armas. Rápidamente se organizaron bandas de delincuentes, lo cual dificultó la ya de por sí lenta acción de las organizaciones de rescate, que no aparecieron en la ciudad hasta cinco días después de la llegada del huracán. En los primeros días de septiembre se aprobó una ayuda extraordinaria que ascendió a los 10.000 millones de dólares y la llegada de más de 24.000 soldados, incluyendo algunos que sirvieron en Iraq, para recuperar el control. En 2006, sin embargo, prácticamente no había llegado ni la ayuda prometida ni el dinero recaudado en el Congreso; la mitad de la población aún no había podido regresar, pues infinidad de hogares quedaron totalmente destruidos por el agua y el viento. La reconstrucción prácticamente no se había iniciado y la total y segura reparación de los diques se postergó. Se reabrieron algunos centros de ocio, jazz y cultura en el Barrio Francés, pero las cifras del turismo se mantuvieron por un tiempo muy por debajo de los niveles previos al Huracán. Los suministros de agua y gas respectivamente estaban al 41% y 60% del funcionamiento anterior, y el transporte público hay numerosas líneas que aún no habían sido restablecidas. Un elevado porcentaje de negocios abandonó la ciudad. En julio de 2006, la población había descendido a unas 200.000 almas, de las casi 500.000 con que contaba antes del huracán, y la criminalidad había aumentado proporcionalmente en relación con el nuevo número de habitantes. No obstante, ya en el 2009, aunque algunos problemas de servicio persisten, la "nueva" Nueva Orleans ha restaurado su infraestructura turística y el área metropolitana ha recobrado aproximadamente un 90% de su población original. Aunque el crimen y la falta de infraestructura en las zonas más afectadas por Katrina siguen afectando a sus habitantes, la ciudad está mostrando innumerables signos de recuperación y se espera que en los próximos años se consolide esta tendencia.
La visita a New Orleans no fue sólo con el propósito de turistear sino también de participar del Encuentro Nacional de Jóvenes de la Iglesia Luterana Sínodo de Missouri junto a otros 7 jóvenes de Panamá.
Los jóvenes que participaron en el evento fueron Aylin Ávila, Tiffani López, Lenin Morales, Yamila Pérez, Rachel Cerrud, Jeremy Ávila y Nenoshka Chong.
El lema del Encuentro fue WE BELIEVE – NOSOTROS CREEMOS y los tres enfoques principales durante el encuentro fueron
WE LISTEN – NOSOTROS ESCUCHAMOS (LA VOS DE CRISTO)
WE LOOK – NOSOTROS VEMOS (CON LOS OJOS DE CRISTO)
WE LIVE – NOSOTROS VIVIMOS (COMO VIVIO CRISTO)
WE LOOK – NOSOTROS VEMOS (CON LOS OJOS DE CRISTO)
WE LIVE – NOSOTROS VIVIMOS (COMO VIVIO CRISTO)
Despues de saber que el Encuentro sería en New Orleans muchos pensamientos vinieron a mi mente y es que internacionalmente se le conoce como la cuna de grandes músicos y en donde su mezcla cultural (africana, española, francesa) hace del lugar un sitio atractivo para locales y también visitantes. Sin embargo las imágenes todavía vivas de lo sucedido despues del huracán katrina también siguen vivas no sólo en mis recuerdos sino en el corazón de muchos y especialmente en los habitantes de la ciudad de new orleans que fue la que realmente recibió toda la descarga del huracán y las inundaciones consecuencias del mismo.
Que mejor lugar para hacer un Encuentro de Jóvenes no sólo por las facilidades que la ciudad brindaba para hospedar casi 25 mil visitantes y que los mismos pudieran movilizarse de los hoteles al Centro de Ernest N Morial Convention Center durante el día y desde allí movilizarse a los eventos masivos de la noche en el Superdome de Luisiana, sino también para exponer a los jóvenes a una ciudad multicultural y conectar las oportunidades para servir con el deseo de los mismos por hacer un impacto significativo en las comunidades de esta ciudad.
Para los Panameños que estuvimos allí, la visita también significo tener la oportunidad de conocer nuevos amigos, encontrarnos con viejos amigos, construir relaciones, aprender de otra cultura, crecer en nuestra relación con el Señor, estudiando su palabra y alabandole junto a más de 25 mil jóvenes cristianos.
Leer el Testimonio de los jóvenes.
A pesar que el tiempo fue corto para los 8 panameños fue interesante ver que los Estados Unidos también es un país con necesidades, un país en donde sus habitantes luchan diariamente por llevar el sustento a casa, en donde las calles no son tan seguras como muchos piensan y donde hay muchos que necesitan escuchar el mensaje de perdón de Cristo.
La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros le dijo Jesucristo a sus discipulos y de la misma manera nos dijo a los 8 panameños y todos los que estuvimos en new orleans en el pasado encuentro, por lo que esperamos y oramos que podamos convertirnos en obreros para trabajar en su cosecha tanto en Panamá, Estados Unidos y el resto del mundo.
2 comentarios:
Dios es maravilloso, le doy infinitamente las gracias por haberme dado el regalo de visitar este lugar y ver con mis propios ojos, que Èl restaura lo que ha sido destruido
me alegra mucho por la restauración, confío que continuará y ahora a edificar
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